En noviembre de 2015 viviendo Roma tuve la suerte de conocer a Pedro Ballester, un joven inglés que falleció unos años después con fama de santidad a causa de un cáncer. Pedro, al conocer su enfermedad, acudió a una ONG que ayuda a personas en estado terminal a cumplir su último deseo y dijo que su último deseo era ir a Roma y poder estar con el Papa. Al cabo de un tiempo se concretó el viaje.
¡Qué increíble que el último deseo de Jesús fuera dejarnos a María como madre nuestra! El testamento que nos dejó Jesús desde la cruz, antes de morir, fue: “Ahí tienes a tu madre”. Tenemos que oír esas palabras de Jesús como dirigidas a cada uno de nosotros: “Ahí tienes a tu madre”. La Virgen es realmente nuestra mamá.
En una ocasión le preguntaron al Papa Francisco ¿quién es la Virgen para usted? Y el Papa contestó muy seguro: “Ella es mi mamá. Y probablemente sea la única persona con la que me atrevo a llorar. Porque yo soy muy duro. No suelo llorar. Pero con la Virgen, sí, lo he hecho. Ella lo sabe. Siento que con ella puedo llorar”.
"En el colegio nos hace ilusión que cada alumno viva su propia experiencia de la maternidad de María. Esto es lo que nos mueve a promover entre los estudiantes la devoción a la Virgen".
Santa Teresa de Jesús también experimentó de un modo muy vivo la maternidad de María. Escribe ella: “Acuérdome que cuando murió mi madre, quedé yo de edad de doce años, poco menos. Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella y, en fin, me ha tornado a sí”.
San Josemaría Escrivá, siendo un joven sacerdote, en un momento de su vida en que Dios le hacía experimentar de un modo muy intenso la paternidad de Dios, cayó en la cuenta de la realidad de la maternidad de María y escribió en sus apuntes íntimos: “Ayer (...) descubrí un Mediterráneo -otro-, a saber: que, si soy hijo de mi Padre Dios, lo soy también de mi Madre María”.
En el colegio nos hace ilusión que cada alumno viva su propia experiencia de la maternidad de María. Esto es lo que nos mueve a promover entre los estudiantes la devoción a la Virgen.
Una oración que a la Virgen le gusta mucho, porque así lo ha dicho Ella misma en diversas apariciones, es el rezo del rosario. Este año hicimos una romería al Santuario de Lourdes en Quinta Normal con las familias de 7º básico y les entregamos a cada alumno un denario animándolos a usar con frecuencia esa arma poderosa. Como capellán del colegio he podido comprobar que algo que ayuda mucho a los alumnos es la costumbre que tienen algunas familia de rezar el rosario -o una parte del rosario- en familia.
Otra devoción mariana especialmente querida por la Virgen es la Santa Misa. Así como Ella estuvo al pie de la cruz de Jesús, así está también presente en cada Santa Misa al pie del altar. En una ocasión le dijo la Virgen a una misionera, a propósito de la Misa: “Ya lo ves, aquí estoy todo el tiempo… La gente hace peregrinaciones y busca los lugares de mis apariciones, y está bien por todas las gracias que allá se reciben, pero en ninguna aparición, en ninguna parte estoy más tiempo presente que en la Santa Misa. Al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía, siempre me van a encontrar”. Movidos por este amor al Señor y a la Virgen procuramos cuidar de un modo especial la Misa que se celebra a diario en el colegio: con un coro muy bueno que ayuda mucho a rezar, con una liturgia bien cuidada, pero sobretodo con el cariño de los alumnos que asisten cada día a ese encuentro con Jesús y con su Madre María. Me ayuda pensar en la alegría de la Virgen al ver a todos esos hijos suyos que asisten cada día a la Misa.
Al pasearse por los patios del colegio es frecuente toparse con diferentes imágenes de la Virgen. El sentido de esas imágenes es facilitar que los alumnos puedan descubrir a su Madre María en los recreos y dirigirles algunas palabras de cariño. Como le gustaba decir a San Josemaría: “¿qué niño pierde la ocasión de decir a su Madre que la quiere?”. Es bonito ver a profesores que van con su curso, en la hora de oratorio, a visitar estas imágenes y rezarle a la Virgen. En este devocionario están recogidas algunas de las oraciones que suelen rezar en esas ocasiones.
"Nos hace ilusión que la devoción a María sea como el atajo que lleve a muchos alumnos hacia un encuentro personal y vivo con Dios"
Cada año a los alumnos de 2º básico y a sus papás se les da la posibilidad de recibir la imposición del escapulario. Esta devoción se remonta al siglo XIII en Inglaterra cuando la Virgen del Carmen se le apareció a San Simón Stock que era el Padre General de la Orden del Carmelo y le entregó el escapulario en las manos. El escapulario es como un hábito (vestido que usan los miembros de una orden religiosa) en miniatura. A través de la ceremonia de imposición del escapulario uno entra a formar parte de la familia del Carmelo y así participa de una serie de beneficios que la Virgen prometió a los que forman parte de esa familia. Entre otros, la Virgen prometió que el que muera con el escapulario no padecerá el fuego eterno. Podría decirse que el escapulario es como un uniforme mariano que nos recuerda que somos de la Virgen, que formamos parte de la familia de la Carmelo, que la Virgen del Carmen nos protege especialmente, pero también nos compromete a comportarnos según nuestra condición de personas especialmente consagradas a la Virgen.
Un momento muy esperado es el mes de María, donde todas las mañanas se reza la oración del mes y se canta algún canto a la Virgen mientras los alumnos adornan una imagen de la Virgen con flores traídas desde sus casas.
A mediodía es frecuente que los profesores recen con sus alumnos la oración del ángelus.
Con estas y otras prácticas de piedad mariana se intenta fomentar en los alumnos esa devoción a la Virgen que los ayude a experimentar la maternidad de María.
Muchos santos han manifestado de diversas maneras que quien tiene a María por Madre tendrá también a Dios por Padre. Por ejemplo; San Luis María Griñón de Monfort, un gran enamorado de la Virgen decía: “Así como en la generación natural y corporal concurren el padre y la madre, también en la generación sobrenatural y espiritual hay un Padre, que es Dios, y una Madre, que es María. Todos los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre. Y quien no tenga a María por Madre, tampoco tiene a Dios por Padre”.
Nos hace ilusión que la devoción a María sea como el atajo que lleve a muchos alumnos hacia un encuentro personal y vivo con Dios.
Escrito por "Padre Nicolás Garcés".